Se que estamos acostumbrados a encontrar aquí comentarios de la palabra de un domingo, pero hoy ha sido esta palabra, por muy lunes que sea, la que ha resonado.
Hemos preparado la página web para que fuese algo nuevo, en nuestro incansable intento por mejorar y ofrecer lo mejor, siempre dentro de nuestras posibilidades. Encontramos reflexiones sobre los propositos a la hora de comenzar, un canto que nos habla de comenzar, una oración que nos ayude en nuestros nuevos proyectos, noticias que nos hablan precisamente de lo mismo... Y es que con el nuevo año todo va haciéndose nuevo... y precisamente hoy, el Señor nos habla también de algo nevo.
Siendo sincero, al encontrarme hoy con esta palabra, me ha costado mucho entenderla, he buscado comentarios al evangelio, intentando entenderla, y hasta bien pasado el día, no lo he conseguido. Y en realidad no es que por fin haya conseguido entender el evangelio, sino que por fin he podido escuchar algo de lo que quería decirme a mí.
Me paso mucho tiempo quejándome como hacen "unos" que llegan a Jesús, para quejarse de por qué sus discípulos son los únicos que no hacen ayuno. Jesús les resopnde sabiamente, porque cuando "está el novio" no podemos ayunar. Cuando Jesús está es tiempo de fiesta, de alegría, de celebrar.
Ante esto he pensado mucho sobre cuándo estoy con Jesús, y parece mentira, que cuando más cerca lo tengo, en la eucaristía, a veces parece una penitencia, un ayuno, más que una cena, un CELEBRAR.
Pero sin duda alguna, me quedo con el final del evangelio, "A vino nuevo, odres nuevos". Tantas quejas, tantas dudas, y todo porque no hemos aprendido a mirar a lo nuevo con ojos nuevos, porque no nos hemos adaptado al cambio, y es que Jesús ha nacido, Jesús es vida nueva a cada momento, es el que todo lo hace nuevo, y por quien todo hemos de hacerlo nuevo.
Mirar con ojos nuevos, que no se queden mirando atrás, que no se anclen en el pasado, pensando "esque yo antes..." Que no se cuestionan por qué ya no es como antes, sino que están atentos a cómo es ahora, se cuestionan qué puedo hacer de bueno hoy, y no tanto que hacía yo ayer...
Pido a Jesús un odre nuevo, un corazón nuevo, una mirada nueva, para verme con sus ojos, para ver a los demás de modo distinto, para poder entender y reaccionar, para poder estar en constante cambio, para no acomodarme... En definitiva, que Jesús, el vino nuevo/bueno, me de un corazón que no quede pequeño para que el siga haciendo navidad en mi.