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viernes, 27 de mayo de 2011

"Amaos los unos a los otros, como yo os he amado" Comentario al Evangelio del Viernes 27 - V de Pascua

“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”
Sólo desde el amor recibido se puede amar. Sólo desde la memoria del don cabe compartirlo. Cuando la exigencia se percibe como obligación se vuelve violencia. El argumento de Jesús, para pedirnos que amemos a los demás, consiste en que, al mismo tiempo, seamos conscientes de que somos amados de Dios.
Hemos escuchado de labios del Maestro: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo, permaneced en mi amor”. Si nos mantenemos en la conciencia de sabernos amados, es muy difícil que tratemos a los demás de forma desconsiderada.
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El amor divino es circular, ininterrumpido, amor trinitario, que se desborda en amor a la humanidad y a todo ser viviente. Existimos porque Dios nos ama. Si Dios no nos quisiera, no habríamos llegado a ser historia.
A la luz del capítulo 21 de San Juan, en el que se describe cómo el Maestro pregunta a su discípulo por el amor que le profesa, sólo se puede interpretar la pregunta como interés de Jesús en restaurar el corazón herido de Simón Pedro. Cuando se ama a otra persona, se desea saber si ella también siente lo mismo. A quien no se profesa amistad o se le desconoce no se le pregunta si nos ama o no. El examen sobre el amor que hace el Resucitado a Pedro explicita lo que sucede en verdad, la amistad y el amor del Maestro a su discípulo.
Para mayor demostración de que sólo desde el amor recibido se puede responder con amor, Jesús pregunta a Simón, hijo de Juan, después de haber comido, que se entiende como después de celebrar la fracción del pan.

Discernimiento
¿Te sientes amado de Dios? En tu respuesta solidaria, ¿tienes conciencia de que das de lo que has recibido, o te crees generoso y un tanto héroe por el bien que haces? ¿Eres consciente de que tus dones los debes administrar para bien de los demás?

Testimonio
Los primeros cristianos ponían todo en común, y nadie llamaba suyo propio nada de los que tenía. Ningún don se recibe para provecho propio, sino para ponerlo en servicio de los demás.

jueves, 26 de mayo de 2011

Como el padre me amó.... Jueves V de Pascua

“COMO EL PADRE ME HA AMADO, ASÍ OS HE AMADO YO; PERMANECED EN MI AMOR”.
Jesús nos comunica lo que ha oído a su Padre, y en ello demuestra que nos ama, porque todo lo que le ha escuchado a su Padre nos lo ha dado a conocer. Pero no sólo el Maestro nos ha enseñado la Verdad de Dios, sino que nos introduce en sus relaciones más íntimas, y nos ha amado con el amor con que Él es amado, amor divino, el mismo amor que en el Jordán y en el Monte Alto declaró: “Éste es mi Hijo, el amado”. Si somos amados así por Jesús, también nosotros, al igual que Él,  somos amados de Dios.
El sarmiento, cuando permanece unido a la vid, da mucho fruto, igual que cuando el discípulo permanece en el amor de su Maestro. La estabilidad del discípulo proviene de permanecer en el amor de Dios.
La comunicación que hace Jesús a los suyos sobre su amistad e intimidad, se ve especialmente celebrada en las escenas pascuales cuando, en el jardín de Arimatea, María Magdalena abrace los pies del Resucitado; en el cenáculo, Tomás meta sus dedos en las heridas del Señor; y sobre todo, Simón Pedro, a la orilla del mar de Tiberiades, responda a las preguntas de su Maestro: “¿Me amas”?
Jesús desea mantener unas relaciones de pertenencia mutua, como la que Él  tiene con su Padre. Nos llama a ser de Él, pero no como esclavos ni sujetos por vínculos legales, sino por amor. Él ha venido a revelar que Dios es amor y lo ha demostrado hasta el extremo. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos, Y tanto amó a los suyos que los amó hasta el extremo.
Es un privilegio la fe, un regalo el conocimiento de la verdad evangélica, un don precioso la experiencia creyente de saberse amado de Dios. “Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud”.
DISCERNIMIENTO
¿Te sientes amado de Dios? ¿Tienes alegría en el corazón por saberte discípulo de Jesús, del grupo de sus amigos? ¿Crees en el amor de Dios?
TESTIMONIO
“En estos tiempos convienen amigos fuertes de Dios, para sustentar los flacos” (Santa Teresa). Si te preguntara Jesús como a Simón Pedro, ¿podrías responder del mismo modo? Quizá es más segura la respuesta: “Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes si te amo”, y quedar abandonados en la misericordia de quien sabemos que nos ama.

lunes, 23 de mayo de 2011

Lectio Divina para el Lunes V de Pascua (Fuente: Eclesia Digital)

“El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama, al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él”
El amor es más que el sentimiento. Hay un refrán castellano que dice: “Obras son amores y no buenas razones”. El amor piensa más en el otro que en uno mismo, le interesa más el bien del amado que el propio, busca lo que le gusta al otro, más que servirse a sí mismo con la ayuda del otro.
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Jesús pone en paralelo el amor con el cumplimiento de lo que es bueno y agradable a Dios. El acto religioso que no lleve a darse con generosidad, no tiene garantía de autenticidad. –“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.”
Cuando, en verdad, se obra por amor, a pesar de la austeridad de sentimientos, acontece el don de la entrega divina, que supera toda posible generosidad, porque nada se puede comparar al hecho de que, por cumplir los mandamientos, nos convirtamos en seres habitados por la presencia divina.
Jesús, al final del Evangelio de San Juan, restaura la conciencia de Pedro con el examen sobre el amor, autentificado no sólo por la respuesta sincera del Apóstol, sino por la obediencia de ir a pastorear la grey que se le entrega.
Es muy agradable tener una relación íntima y afectiva, sentida y celebrada. No hay relación de amor mayor que la que tienen el Padre con el Hijo en el Espíritu Santo, y esta relación pasó por la obediencia de la entrega total del Hijo, dando su vida hasta la muerte, como prueba del amor de Dios al ser humano.
Para comprender la verdad del Evangelio no se puede extrapolar una frase; es necesario comprender la revelación en todo su conjunto, y por los textos bíblicos descubrimos que Dios se ha manifestado enviando a su Hijo al mundo para salvarlo. Quienes acogen la manifestación divina comprenden que la forma de ser discípulo es la de seguir la enseñanza del Maestro. Y el Maestro amó tanto a los suyos que dio su vida por ellos.

Discernimiento

¿Cómo vives tus relaciones, como posibilidad de entrega o como relación interesada? ¿En tu relación con Dios, te descubres demandando favores o con gratitud y obediencia a lo que sabes que es su voluntad?

Testimonio

Jesús nos enseñó a orar, y en la plegaria más evangélica decimos: “Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”.