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lunes, 23 de mayo de 2011

Lectio Divina para el Lunes V de Pascua (Fuente: Eclesia Digital)

“El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama, al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él”
El amor es más que el sentimiento. Hay un refrán castellano que dice: “Obras son amores y no buenas razones”. El amor piensa más en el otro que en uno mismo, le interesa más el bien del amado que el propio, busca lo que le gusta al otro, más que servirse a sí mismo con la ayuda del otro.
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Jesús pone en paralelo el amor con el cumplimiento de lo que es bueno y agradable a Dios. El acto religioso que no lleve a darse con generosidad, no tiene garantía de autenticidad. –“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.”
Cuando, en verdad, se obra por amor, a pesar de la austeridad de sentimientos, acontece el don de la entrega divina, que supera toda posible generosidad, porque nada se puede comparar al hecho de que, por cumplir los mandamientos, nos convirtamos en seres habitados por la presencia divina.
Jesús, al final del Evangelio de San Juan, restaura la conciencia de Pedro con el examen sobre el amor, autentificado no sólo por la respuesta sincera del Apóstol, sino por la obediencia de ir a pastorear la grey que se le entrega.
Es muy agradable tener una relación íntima y afectiva, sentida y celebrada. No hay relación de amor mayor que la que tienen el Padre con el Hijo en el Espíritu Santo, y esta relación pasó por la obediencia de la entrega total del Hijo, dando su vida hasta la muerte, como prueba del amor de Dios al ser humano.
Para comprender la verdad del Evangelio no se puede extrapolar una frase; es necesario comprender la revelación en todo su conjunto, y por los textos bíblicos descubrimos que Dios se ha manifestado enviando a su Hijo al mundo para salvarlo. Quienes acogen la manifestación divina comprenden que la forma de ser discípulo es la de seguir la enseñanza del Maestro. Y el Maestro amó tanto a los suyos que dio su vida por ellos.

Discernimiento

¿Cómo vives tus relaciones, como posibilidad de entrega o como relación interesada? ¿En tu relación con Dios, te descubres demandando favores o con gratitud y obediencia a lo que sabes que es su voluntad?

Testimonio

Jesús nos enseñó a orar, y en la plegaria más evangélica decimos: “Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”. 


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